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En ésta ocasión mi comentario mensual no está relacionado con el automovilismo.
Quiero aprovechar el espacio para tratar un asunto relacionado con todas aquellas personas que como yo, ejercemos el noble oficio de comunicadores: seamos editores, reporteros, fotógrafos, editorialistas, etc., y que es el peligro que corremos por la constante violación a la libertad de expresión y el sagrado derecho a la información.
La historia de Chihuahua registra 18 asesinatos de periodistas que no han sido esclarecidos y se encuentran en total impunidad.
A esto le agregamos las agresiones sufridas por compañeros periodistas denunciadas ante derechos humanos que ya suman tres tan sólo en un mes.
Hace pocos días el compañero Horacio Chávez, reportero de El Heraldo fue detenido, esposado y llevado preso por ejercer su trabajo periodístico durante un accidente automovilístico.
Durante los festejos del día del niño en un evento celebrado en los patios del palacio de gobierno, un enano mental vestido de policía y con charola, me impidió entrar al palacio de gobierno a cubrir ese festejo, so pretexto de que no portaba gafete visible. (Como si hiciera falta identificarme para entrar a un edificio público)
Aún, luego de identificarme, me retuvo por varios minutos diciéndome que iba a llamar al jefe de comunicación social para ver si me conocía.
Ante esto, decidí mejor retirarme, sumamente molesto con la idea de levantar la querella correspondiente.
Finalmente decidí no hacerla, sabiendo que mientras energúmenos como ésta persona cuenten con el apoyo de jefes y funcionarios sin el más elemental sentido común.
Se seguirán pisoteando los derechos de la prensa, cuando sólo se castigan con cambio de área a los agentes agresores.
Desafortunadamente los medios de comunicación para los que trabajan los periodistas agredidos, no tienen la valentía para protestar esos atropellos y sólo se limitan a publicarlos.
Por otro lado, mueve a risa las denuncias que algunas (y no todas desafortunadamente), organizaciones periodísticas hacen, protestando por esos hechos, tibias, falta de contundencia y ningún seguimiento.
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